Cuídate no sólo eres mamá

Ser mamá es siempre un trabajo muy exigente, tanto si tu hijo es pequeño y depende de ti como durante la adolescencia. Tu experiencia de ser madre seguramente no tenga mucho que ver con la de tus amigas, familiares o compañeras de trabajo. Porque esa experiencia depende de muchos factores, entre ellos tu personalidad; si tienes el apoyo de una pareja, familia y amigos; si además de ser mamá tienes y/o quieres trabajar fuera de casa; tu estabilidad económica; si estás atravesando momentos difíciles, como una separación, o un duelo; y también y, sobre todo, de las experiencias que tuviste en tu infancia.

Sentimientos

La naturaleza de los sentimientos es transitoria, es decir, que van y vienen. También varían en intensidad. Es importante que estés en contacto con tus sentimientos y reconozcas cuando estás empezando a sentirte sobrepasada, porque tu hijo tiene antenas emocionales que captan cómo te sientes, y tu bienestar emocional afecta tanto a su comportamiento como a tu capacidad de hacer de madre. Si descuidas tus necesidades, si te desconectas de ellas, te resultará más difícil estar emocionalmente disponible para tu hijo.

A veces te asaltan sentimientos difíciles: el resentimiento, el enfado, el aburrimiento, la culpa… Para una mamá puede resultar bastante doloroso reconocer esos sentimientos, pero es importante darles cabida y cuidar de ti misma para poder luego disfrutar de los aspectos positivos de ser madre.

Cuando te conviertes en madre algunas de las cosas que dices o haces te pueden recordar a la manera en que tus padres te respondieron cuando eras pequeña. Algunas pueden ser positivas, pero muchas veces también repites patrones más destructivos. Por ejemplo, si tu madre te gritaba mucho o perdía la paciencia con rapidez, puede que tú también la pierdas más rápido de lo que te gustaría. Cuidado, recordemos que la madre diez no existe; todas cometemos y seguiremos cometiendo errores.

Tus experiencias y necesidades cambiarán con el tiempo dependiendo de la edad y la etapa evolutiva de tu hijo. Por ejemplo, cuidar de un bebé es muy diferente a educar a un adolescente. Aunque el nacimiento de un bebé puede ser una época excitante y alegre, también puede dejarte exhausta, ansiosa y deprimida. Debes buscar mucho apoyo para poder responder a las necesidades de tu bebé en esa difícil etapa.

Durante cada etapa de la vida de tu hijo, sentirás emociones diferentes según como fuera esa etapa en tu propia infancia. El cambio y el desarrollo son emocionantes, pero también pueden implicar sentimientos de pérdida. Por ejemplo, el primer día de colegio de tu hijo puede ser tan duro para él como para ti, pues los dos tendréis que gestionar sentimientos dolorosos asociados con la separación. Y cuando tu hijo crezca, y se vaya haciendo cada vez más autónomo, puede que te sientas contenta ante la idea de disponer de más tiempo para ti, pero tal vez también sientas ansiedad ante la idea de tener que llenar tu tiempo con algo. Puede que te sientas triste porque termina un periodo intenso de actividad como mamá. Cualquiera de esos sentimientos está bien; no los juzgues.

Señales que indican que te estás olvidando de ti

• Agotamiento físico.

• Sentimientos depresivos (tristeza, apatía).

• Más enfado del habitual en ti.

• Dificultades para dormir.

• Cambios bruscos de humor.

• Sentimientos de pánico.

• Dificultad en concentrarte.

• Dificultad en tomar decisiones.

• Pérdida de interés en la vida.

• Evitar a otras personas.

• Pensamientos negativos.

• Pensamientos suicidas.

• No comer o comer demasiado.

• Fumar o beber más de lo habitual en ti.

Si una o varias de estas señales se prolongan más allá de unas tres semanas, empieza a priorizar tu necesidad de bienestar.

7 ideas para cuidarte

Del mismo modo que debes cuidar tu salud física, también es imprescindible que cuides tu bienestar emocional para disfrutar de la vida y afrontar los retos que vas a ir encontrando en tu camino. Es importante que cuides de ti misma de forma regular; no esperes hasta sentirte exhausta. Si tomas más conciencia de cómo te sientes y de lo que necesitas, podrás hacer los cambios necesarios antes de llegar a un punto de saturación.

Aquí tienes algunas ideas que te pueden ayudar:

Una dieta equilibrada. Está demostrado que la comida tiene un efecto directo sobre el humor. Por ejemplo, ¿sabías que el alcohol es un depresor y que el café, el té y el azúcar pueden ponerte tensa y hacerte sentir agotada una vez que sus efectos estimulantes han desaparecido? Prueba a disminuir el consumo de estos alimentos.

Ejercicio. Nos ayuda a liberar tensión y a estar en forma física. Si tienes poco tiempo, (¡y como mamá seguro que tienes poco o casi nada!) puedes intentar dar un paseo para respirar aire fresco.(Recuerdo una época en que decidí ir caminando al trabajo, y después me sentía extraordinariamente bien. ¡Claro que entonces no era mamá!).

Intenta hacer algún tipo de ejercicio que te guste para tener más oportunidades de incorporarlo a tu vida como una rutina más. No sirve que te apuntes mil veces al gimnasio y luego no vayas nunca porque detestas las máquinas o nadar en la piscina te da pereza. Seguro que si buscas, encuentras alguna forma de ejercicio que te atraiga. Yoga, Pilates, correr… ¡Hazlo con alguna amiga para motivaros mutuamente!

Expresa tus sentimientos. Guardártelos para ti puede llegar a ser muy estresante e insano, y además puedes psicosomatizar con dolores de cabeza o problemas digestivos (suelen ser los síntomas más comunes entre las mujeres). Además, las personas que te rodean, por ejemplo tu pareja, no sabrán cómo te sientes si no lo exteriorizas. Olvídate de la falacia de que “si me quisiera, tendría que saber cómo me siento”. A esto lo llamamos “pensamiento mágico”, y son de lo más dañino. Nadie tiene la bola de la Bruja Avería para saber cómo te sientes.

Habla de tus cosas. Con una amiga, un familiar o un profesional que te aporte una visión objetiva de tu situación. Es importante que no te sientas aislada, y que sepas que siempre tendrás a alguien que te prestará su oreja amiga.

Duerme las horas que necesites. Cuando tienes un bebé esto puede llegar a ser bastante complicado, por no decir casi imposible (¡que se lo digan a mis ojeras!), pero busca apoyo para descansar cuando tu bebé descanse y que alguien se ocupe de la casa, por ejemplo. No te sientas culpable si tu casa no está como los chorros del oro; tu salud es prioridad absoluta en estos momentos.

Dedica tiempo a tus intereses. ¿Qué te gustaba hacer antes de tener hijos? ¿Puedes volver a hacerlo, aunque sea de forma más esporádica? Ir al cine, quedar con una amiga, salir de paseo… Si son actividades que puedes hacer en familia, intenta encontrar el tiempo para acomodarlas y hacerlas todos juntos.

Pasa un tiempo sin tus hijos. Si crees que lo necesitas, intenta crear un espacio y un tiempo para ti, aunque sea de forma ocasional. Respétate por necesitar ese tiempo a solas.

¿Cómo recuperar tu vida social cuando eres madre?

Por mucho que desearas tener hijos, ser madre lo cambia todo y al menos durante los primeros dos años del bebé a ratos sentirás que perdiste tu vida personal y social.

Es importante no agobiarse por esto, ya que se trata de algo pasajero. Eso no significa que debas aislarte, porque esto puede contribuir a la depresión post-parto. Debes buscar nuevas maneras de socializar y también aprender a incorporar a tus hijos a tus actividades habituales.

Queda con tus amigas que son madres

Si tienes amigas con bebés o hijos de la edad de los tuyos, queda con ellas. Busca grupos de mamás de bebés en tu zona. Estar en contacto con otras mujeres que están en tu misma situación te aliviará. Podréis compartir experiencias, sugerencias y apoyaros las unas a las otras.

No te olvides de tus amigas sin hijos

Seguramente tus amigas sin hijos te echarán de menos cuando seas mamá, porque ya no estarás tan disponible como antes. Aunque estés cansada, de vez en cuando deja a tu bebé con tu pareja, con sus abuelas o con una canguro, y sal con tus amigas sin hijos. Procura hablar sólo lo justo del bebé, no por no molestarlas a ellas, sino para darte un descanso mental de la maternidad.

Organiza reuniones en la casa

Organiza barbacoas en tu casa, o reuniones de amigos. Podéis turnaros para cuidar de los niños, que pueden estar en otra habitación jugando o durmiendo mientras que los adultos conversan, bailan y comen o cenan. Si no tienes jardín o terraza, queda en un parque y organiza una merienda.

No te auto-limites

Sobre todo con el primer bebé es fácil auto-limitarse, pensando que los bebés no pueden viajar o ir al cine, entre otras muchas cosas. A menudo, cuando nace el segundo, no hay más remedio que incorporarlo a las actividades y los horarios del mayor, y descubres que no pasa nada. Si acostumbras a tus hijos a ir a restaurantes, ir al cine, a la compra y a viajar desde bebés, se harán más adaptables y tú te sentirás mejor.

Y ahora te toca a ti contarnos cómo te cuidas. ¿Usas alguna de estas ideas? ¿Cómo lo haces? Seguro que entre todas encontramos la manera de estirar ese tiempo que nos falta y de sentirnos mejor con nosotras y transmitirlo a los demás, sobre todo, a los buenoshijos. Cualquier duda, cuéntame, estoy aquí para ayudarte y que te des cuenta que no sólo eres mamá.